Los niños son los auténticos protagonistas de la mayoría de las fiestas tradicionales, y en el caso de la Navidad no podrá ser de otra manera. Su ilusión y alegría nos llenan de felicidad y siempre buscamos que esa sensación nos invada también a los adultos cuando vemos sus caras con Papa Noel el día de Navidad o con los Reyes Magos el 6 de enero. Pero en Cataluña también existe una tradición muy divertida y, porque no, un poco peculiar, que les encanta a los más pequeños: el caga tió. Hoy, en este artículo de ShBarcelona os queremos hablar de esta jocosa tradición que es una de las preferidas de los infantes catalanes.
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Caga tió, una tradición muy arraigada en Cataluña



Foto de valkyrieh116 vía VisualHunt
El Tió de Navidad es una tradición catalana y aragonesa pero que principalmente está más arraigada en Cataluña. Básicamente, la tradición consiste en que un pequeño tronco, que suele decorarse con ojos, nariz y boca con una amplia sonrisa, una barretina catalana y una manta calentita para que no se resfríe, se alimente desde el inicio del Adviento y, el día de nochebuena, el 24 de diciembre, los niños lo golpean con bastones mientras que cantan una canción para la ocasión con la esperanza de que al día siguiente, el 25 de diciembre, día de Navidad, este defeque regalos. La tradición, de origen rural y precristiano, ofrecé únicamente golosinas y dulces para los más pequeños de la casa, como barquillos, turrones, caramelos o chucherías, pero en la actualidad la tradición ha cambiado mucho. El caga tió cada vez caga cosas más grandes, desde todo tipo de juguetes hasta bicicletas o triciclos.
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Foto de Alícia vía Visualhunt
Esta tradición es similar a la del árbol de Navidad, tan arraigada en los países anglosajones y nórdicos, en la que el árbol, además de decorarse con centelleantes bolas y guirnaldas, se llena de regalos alrededor de su tronco, envueltos con bonitos papeles y que se abren la mañana del día de Navidad. En la tradición rural primigenia, el tronco, que era el elemento que proporciona calor al hogar en la época invernal, era quemado despuñs de entregar los dulces destinados a los niños de la casa. Una vez quemado, las cenizas de este se esparcían por le campo con el fin de aportar abono, y en un intento de que vuelva a la tierra que lo vio crecer. Actualmente, como comentábamos, el tronquito de Navidad se ha convertido en uno más de la familia en Navidad, se suele reciclar de año a año, mientras que esté en buenas condiciones, y debajo de su mantita los padres o familiares dejan los regalos para que el tronco los defeque. Las canciones y los golpes que le dan al pedazo de madera son grandes alicientes para los pequeños, una tradición muy arraigada en tierras catalanas que, en muchos casos, es la preferida para muchos niños durante las Navidades.
*Foto de Jose Gonzalvo vía Visualhunt
¿Celebráis el caga tió en casa?
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